10º principio de eficacia personal de Brian Tracy: refuerce sus talentos especiales

¡Tráguese ese sapo!Hace hoy cinco años que comencé a publicar los principios de eficacia personal de Brian Tracy en este blog, extraídos de su muy recomendable libro «Tráguese ese sapo!» (lo que me recuerda que soy perseverante, pero también que debo mejorar la frecuencia de actualización de este blog). Este principio número 10, se me ha atragantado en varias ocasiones: más de una vez releí el capítulo en cuestión y me senté al teclado con intención de sacarle punta, sin éxito.  Esta dificultad mía deriva de que aplicar este principio es un asunto pendiente: no he identificado ni reforzado mis «talentos especiales», y escribir de teorías no vividas se hace más cuesta arriba que narrar la propia experiencia.

La formulación del principio es como sigue:

Usted tiene talentos y capacidades especiales que le diferencian de todas las demás personas. Identifique sus áreas singulares y después adquiera el compromiso consigo mismo de ser el mejor en esas áreas.

Es decir, hay ciertas cosas que hacemos especialmente bien, y disfrutamos haciendo; tenemos que identificar cuales son estas cosas, y concentrarnos en ellas, para hacerlas de un modo excelente. El razonamiento que es más probable que obtengamos un éxito rotundo centrándonos en hacer aquello para lo que estamos naturalmente dotados, que llevando a cabo trabajos que nos desagradan o para los que no servimos. Me recuerda esto un consejo oído al vuelo «Si tu hijo es muy bueno en matemáticas y muy malo en inglés… no lo envíes a clase de inglés ¡envíalo a clase de matemáticas!», se trata pues de situar el punto de mira en la potenciación de nuestros puntos fuertes en lugar de en remendar nuestras debilidades.

Para ayudar a hacer un balance de los talentos únicos que debemos reforzar, aquí va una lista de preguntas:

  • ¿Qué hace especialmente bien?
  • ¿Qué cosas hace bien y facilmente y que a otras personas les resulta difícil?
  • Revisando su carrera ¿qué es lo que más ha influído en sus éxitos en la vida y en el trabajo?
  • ¿Con qué disfruta más en el trabajo?
  • Si recibiera inesperadamente una gran cantidad de dinero y pudiera elegir cualquier trabajo o parte de algún trabajo para el resto de su vida ¿qué trabajo elegiría?

Si el lector consigue identificar esos talentos que le hacen único, lo siguiente que debe hacer según Tracy, es descubrir que tipo de preparación necesita para reforzarlos, y ponerse de inmediato a adquirirla.

Tres reglas básicas (y muy antiguas) para tratar a los demás

Dale Carnegie escribió hace 75 años un libro titulado Cómo ganar amigos e influir sobre las personas. La primera de sus cuatro partes lleva por título Técnicas fundamentales para tratar a los demás y es a la que se refiere este post. Los textos de Carnegie, son especialmente fáciles de leer y complicados de resumir: su estilo consiste en narrar multitud de pequeñas anécdotas que ilustran y acompañan sus ideas, así que (y esto sirve para todos los post de este blog) si al lector le parecen interesantes estas reglas, lo recomendable es acudir a la fuente original.

 

Regla 1.-No critique, no condene ni se queje (o si quieres recoger miel, no des puntapiés a la colmena)

«No hablaré mal de hombre alguno y de todos diré todo lo bueno que sepa.» Benjamín Franklin

Para justificar el funcionamiento de esta regla, Carneguie parte de la idea básica de que, por lo general, los seres humanos no nos autocriticamos y, por mucho que nos equivoquemos, no nos culpamos a nosotros mismos por nada. Según este razonamiento, criticar a otra persona no conduce a nada: el que está siendo criticado, por muchas razones que existan para hacerlo no dirá «ah si, vale me equivoqué» sino que, más probablemente:

  • se pondrá a la defensiva
  • tratará de justificarse
  • verá su orgullo herido y se despertará su resentimiento

Regla 2.-Demuestre aprecio honrado y sincero (el gran secreto para tratar con la gente)

«El principio más profundo de la naturaleza humana es el anhelo de ser apreciado.» William James

La única manera de lograr que otra persona haga algo, es haciendo que quiera hacerlo, y la única forma de que quiera hacerlo, es dándole lo que desea. Así, la pregunta importante es ¿qué quiere la gente? Dice Carnegie que a todos los seres humanos nos acompaña un anhelo de sentirnos importantes, y que lo que nos distingue a unos de otros es la forma en que intentamos colmar ese anhelo (Rockefeller lo hacía donando una fortuna para la construcción de un gran hospital, y Dillinger atracando bancos y matando gente hasta convertirse en el enemigo público número 1). Ofrecer a los demás un reconocimiento sincero de su importancia, es la idea central de esta segunda regla. Y subrayo «sincero», por que en otro caso estaríamos cayendo en la adulación, algo muy distinto a lo que propone Carneguie. Aquí van las diferencias entre el sincero reconocimiento y la adulación:

Aprecio Adulación
Sincero Falso
Procede del corazón Solo sale de la boca
Altruista Egoista
Despierta admiración Es condenada

Regla 3.-Despierte en los demás un deseo vehemente (quien puede hacer esto tiene al mundo entero consigo; quien no puede marcha solo por el camino)

«Si hay un secreto del éxito, reside en la capacidad para apreciar el punto de vista del prójimo y ver las cosas desde ese punto de vista así como desde el propio.» Henry Ford

Lo que nosotros necesitamos o deseamos, no interesa a nadie más que a nosotros, es por eso que Dale Carnegie defiende que es absurdo insistir en hablar de ello cuando tratamos con otras personas. A los demás, como es obvio, lo que les interesa son sus propios deseos y necesidades, así que, si tratamos de lograr que alguien haga algo, hablemos de lo que al otro le interesa, pensemos siempre en el punto de vista de la otra persona, y veamos las cosas desde ese ángulo. Claro que, esta regla para tratar a los demás, no nos sirve para manipular a otras personas de modo que acaben haciendo lo que no les interesa o vaya en contra de sus propios intereses: ambas partes deben de salir ganando en la negociación.

 

Recapitulando

Transcribo un texto de Charles Schwab, que recoge a la perfección la filosofía que encierran estas tres reglas.

 

«Considero que el mayor bien que poseo es mi capacidad para despertar entusiasmo entre las personas, y que la forma de desarrollar lo mejor que hay en una persona es por medio del aprecio y del apoyo.

Nada hay que mate tanto las ambiciones de una persona como las críticas de sus superiores. Jamás critico a nadie. Creo que se debe dar a una persona un incentivo para que trabaje. Por eso siempre estoy deseoso de ensalzar, y soy reacio a encontrar defectos. Si algo me gusta, soy caluroso en mi aprobación y generoso en mis elogios.

En mi amplia relación con la ida, en mis encuentros con muchos grandes personajes en diversas partes del mundo, no he encontrado todavía a la persona que por alta o importante que fuera su posición, que no realizara un trabajo mejor y un mayor esfuerzo dentro de un espíritu de aprobación que dentro de un espíritu de crítica.»

14ª Ley de Maxwell: la ley del apoyo

La gente apoya al líder, luego la visión

Para ilustrar el significado y la importancia de esta ley irrefutable del liderazgo, John C. Maxwell recurre a la historia de Gandhi y como transmitió su visión de la independencia de la India a través de la no violencia. Sostiene que, en primer lugar, el pueblo hindú aceptó a Mahtama Gandhi como líder, y una vez que hicieron esto, fueron capaces de apoyar también su visión y seguir la vía de no violencia (que a priori les hubiera resultado extraña). Esta frase de Maxwell sintetiza de maravilla la ley del apoyo, y es plenamente aplicable a Gandhi:

El líder encuentra un sueño, y luego la gente. La gente encuentra el líder, y luego el sueño.

Se tiende a pensar que, si la  causa es suficientemente buena, la gente la apoyará y la seguirá, pero esta ley del liderazgo viene a negarlo. Al principio la gente no sigue causas dignas. Siguen a líderes meritorios que promueven causas loables. Primero apoyan al líder, y luego la visión de ese líder. La gente filtra los mensajes que recibe en función de quien es el mensajero, esto explica por qué las grandes marcas eligen a actores y deportistas conocidos para transmitirnos sus mensajes a través de la publicidad.

Explica Maxwell lo relevante que es esta idea con la siguiente matriz:

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Lo más destacable es que, cuando un líder no es apoyado por sus seguidores, aunque su visión sí lo sea, la gente buscará a otro líder, mientras que, cuando un líder ya es seguido por su gente, aunque les plantee una visión que no les guste, seguirán apoyándolo: tratarán de convencerlo para que cambie su visión, cambiarán ellos mismos de opinión, o buscarán una solución intermedia. Dicho de otro modo: tener una gran visión, o perseguir una causa noble, no será suficiente para que la gente apoye a un líder, antes debe mejorar como líder y conseguir que otras personas lo acepten como tal. Y para finalizar, un consejo con una aplicación práctica de esta ley: si está intentando que la gente actúe en base a su visión, pero sin lograrlo, en lugar de insistir en la visión, dedique un tiempo a ganarse la credibilidad de la gente: cuide sus relaciones, conteste preguntas, comparta sus sueños…