11ª Ley de Maxwell: Ley del círculo íntimo

El potencial de un líder es determinado por quienes están más cerca de él

Esta ley pone de manifiesto que el estilo de liderazgo “llanero solitario” es ilusorio y simplemente no existe: si uno está solo no está dirigiendo a nadie.

Jack Welch debía de estar preocupado por esta ley, ya que desde que asumió el liderazgo de General Electric, dió su aprobación personalmente al círculo de ejecutivos de todos los gerentes generales, lo que suponía unos 500 puestos.

A la hora de formar un “circulo íntimo”, que lleve al lider (y a su organización lo más lejos posible, Maxwell propone construirlo con estos  cinco tipos de personas:

  1. Valor potencial: los que se forman a sí mismos.
  2. Valor positivo: los que levantan la moral de la organización
  3. Valor personal: los que levantan al líder.
  4. Valor productivo: los que forman a otros
  5. Valor comprobado: los que forman personas que forma a otras personas.

Recuerda John C. Maxwell, al explicar esta ley, que no se trata únicamente de formar el círculo íntimo, si no qu e además, hay que mejorarlo constantemente.

Valores por áreas de la vida, empezando un plan estratégico personal

Hoy tenía previsto escribir un post sobre como establecer y desarrollar objetivos personales (estoy muy contento de haber puesto por escrito y desarrollado los míos), pero luego pensé que antes debería comentar como determinar propósitos generales, aunque claro, antes de hacer eso, deberíamos seleccionar y explicitar nuestros valores en cada una de las áreas vitales.

Seguro que es posible dividir nuestra vida en áreas de distintas maneras, pero yo utilizo la única que conozco: la de Brian Tracy en Máxima Eficacia:

  1. Negocios y profesión
  2. Familia y vida personal
  3. Dinero e inversiones
  4. Salud y buen estado físico
  5. Crecimiento y desarrollo personal
  6. Actividades sociales y comunitarias
  7. Desarrollo espiritual y paz interior

Un buen comienzo para un plan estratégico personal es coger papel y lápiz (o procesador de textos y teclado, que para el caso es lo mismo) y seleccionar dos o tres valores para cada una de esas siete áreas. Hacerlo no es del todo fácil, pero es un ejercicio interesante. Dicen que cuando estamos bajo presión, y nos vemos obligados a decidir, es cuando salen a relucir nuestros verdaderos valores. A mí me ayudó tener delante un listado de valores. Ahora tengo mi propio listado, agrupado por áreas, y además del uso posterior que le dí en la elaboración de un plan estratégico personal, me gusta releerlo diariamente, para interiorizarlo. Supongo que lo ideal sería que mis actos hablaron por mí y cualquiera que me conozca pudiese enumerar mis valores, partiendo de mi forma de vivir. Algún día.

Siete virtudes para una vida rebosante de paz, alegría y riqueza interiores

En El monje que vendió su Ferrari, Robin S. Sharma explica con detalles cuales son estas virtudes y ofrece técnica para cultivarlas, probablemente, cualquiera de estas virtudes da para un post (o para toda una bitácora!), en esta entrada pretendo recoger una visión de conjunto. A continuación reproduzco literalmente la fábula mística que, aunque falta de sentido a primera vista, sirve para recordar estas siete virtudes.

Estás sentado en mita de un espléndido y exuberante jardín. Este jardín esta lleno de las flores más espectaculares que has visto nunca. El entorno es extraordinariamente tranquilo y callado. Saborea los sensuales placeres de ese jardín y piensa que tienes todo el tiempo del mundo para disfrutar de este oasis. Al mirar alrededor ver que en mitad del jardín mágico hay un imponente faro rojo de seis pisos de alto. De repente, el silencio del jardín se ve interrumpido por un chirrido fuerte cuando la puerta del faro se abre. Aparece entonces un luchador de sumo japonés – mide casi tres metros y pesa cuatrocientos kilos-, que avanza indiferente hacia el centro del jardín. ¡El luchador de sumo está desnudo! Bueno, en realidad no del todo. Un cable de alambre de color rosa cubre sus partes.

Cuando el luchador de sumo empieza a moverse por el jardín, encuentra un reluciente cronógrafo de oro que alguien olvidó mucho años atrás. Resbala y al momento cae con un golpe sordo. El luchador de sumo queda inconsciente en el suelo, inmóvil. Cuando ya parece que ha exhalado su último aliento el luchador despierta, quien sabe si movido por la fragancia de unas rosa amarillas que florecen cerca de allí. Con nuevas energías, el luchador se pone rápidamente en pié y mira intuitivamente hacia su izquierda. Lo que ve le sorprende mucho.

A través de las matas que hay al borde mismo del jardín observa un largo y serpenteante camino cubierto por millones de hermosos diamantes. Algo parece impulsar al luchador a tomar esa senda y, dicho sea en su honor, así lo hace. Ese camino le lleva por la senda de la alegría perdurable y la felicidad eterna.

Primera virtud: DOMINAR LA MENTE (el jardín)

Dice el autor que la mente es un magnífico criado,  pero un amo terrible. Practicar la meditación, alejar preocupaciones y pensamientos negativos, adoptar pensamientos positivos son algunas de las cosas que podemos hacer para cultivar nuestra mente

Segunda virtud: PERSEGUIR EL PROPÓSITO (el faro rojo)

El propósito de la vida es una vida con propósito. Debemos determinar que queremos exactamente de la vida en todas sus facetas (emocional, material, física y espiritual) y trabajar para conseguirlo. Poner nuestras metas por escrito, fijar plazos para ellas, y revisarlas con frecuencia será de gran ayuda.

Tercera  virtud: PRACTICAR EL KAIZEN (el luchador de sumo)

Kaizen es una palabra japonesa que significa “mejora continua”. El éxito externo empieza por el éxito interno, debemos de cultivarnos diariamente, trabajar siempre y sin descanso en la autosuperación y el desarrollo personal, enriquecer sin cesar la mente, el cuerpo y el alma.

Cuarta virtud: VIVIR CON DISCIPLINA (el cable de alambre rosa)

Se trata de tener mucha fuerza de voluntad y ser disciplinado. La fuerza de voluntad es la fuerza interior que nos ayuda a hacer lo que dijimos que haríamos, nos apetezca o no.

Quinta virtud: RESPETAR EL TIEMPO PRÓPIO (el cronógrafo de oro)

Todos disponemos de días de 24 horas. Los que distingue a quienes viven una vida de excepción es el modo en que emplean el tiempo. El tiempo es un recurso no renovable y su dominio conduce al dominio de la vida.

Sexta virtud: SERVIR DESINTERESADAMENTE A LOS DEMÁS (las rosas amarillas)

Cuando trabajas para mejorar la vida de los demás, indirectamente estás elevando la tuya,

Séptima virtud: ABRAZAR EL PRESENTE (el sendero de diamantes)

El pasado ya no está aquí, y el futuro es un sol lejano en el horizonte: lo único que importa es el ahora. No debemos dejar para más tarde las cosas que son importantes para nuestra bienestar y satisfacción personal. Hay que vivir plenamente el día de hoy, sin esperar.