16ª ley de Maxwell: la ley del gran impulso

El impulso es el mejor amigo del líder

Cuando uno se propone resumir y comentar todos y cada uno de los capítulos de un libro, es inevitable que unos le gusten más que otros. Eso me sucede con las 21 leyes Irrefutables del Liderazgo de John C. Maxwell, y esta ley número 16 no es de mis favoritas. No por que no la considere importante, si no por que me parece que el capítulo no le ha quedado tan “redondo” al autor como otros.

Pero lo dicho, se trata de resumir y comentar las 21 leyes, y después de la 15, ha de venir la 16, así que vamos a ello.

Esta ley va de la gestión del cambio, dice John C. Maxwell que para cambiar de rumbo, primero hay que crear progreso: no se puede gobernar un barco que no avance.

El ejemplo que usa el autor en esta ocasión es el del profesor boliviano Jaime Escalante y su experiencia como profesor en Gardfield, Los Angeles, California. Su experiencia allí fue recogida en la película de 1988 Stand and Deliver, titulada en español Lecciones Inolvidables o Con ganas de triunfar. Aquí podemos ver un fragmento.

Tener Ganas – Con ganas de Triunfar from IES 9030 on Vimeo.

Escalante tenía 43 años cuando comenzó a enseñar en Gardfiel. Le habían contratado para ser profesor de informática, pero no había dinero para ordenadores, así que se puso a enseñar matemáticas en un centro escolar tomado por las bandas callejeras y en riesgo de perder su acreditación oficial. Escalante estaba decidido a causar un impacto positivo en la vida de los estudiantes, así que desafió a los más inteligentes y mejores alumnos a presentarse a un examen de colocación avanzada de cálculo. Entre los 3.500 alumnos de Gardfiel solo pudo encontrar a 14 que quizás pudieran asistir a un curso de cálculo y superar el examen de colocación avanzada. En 1978 solo 5 terminaron el cuso, y únicamente 2 aprobaron. Los aprobados subieron a 6 en 1979 y a 14 en 1980. Jaime Escalante estaba creando impulso, y al curso siguiente reunió a 18 estudiantes, que después de prepararse con mucho esfuerzo, se examinaron en mayo. Los examinadores encontraron coincidencias en 14 de los 18 exámenes y creyeron que los alumnos de Escalante habían hecho trampas, así que les obligaron a repetir el examen para conseguir sus créditos universitarios. Los estudiantes se indignaron, Escalante y el entonces director de Gardfield trataron sin éxito de recurrir la decisión de los examinadores. Finalmente, volvieron a examinarse y todos aprobaron. Este incidente negativo (que los acusaran falsamente de copiar) supuso aún más impulso, y el número de estudiantes de Gardfield que se preparaban para el examen avanzado de cálculo alcanzó en 1987 la cifra de 129, de los que el 85%  aprobó. Se empezaron a impartir cursos de colocación avanzada en otras materias, y nueve años después de que Escalante comenzara su trabajo, una escuela que se consideraba un sumidero, y que había estado a punto de perder su acreditación para enseñar, se había convertido en una de las mejores tres escuelas del país. Y todo gracias a la Ley del Gran Impulso.

De la edificante historia de Jaime Escalante, obtenemos algunas ideas que nos acercan a la comprensión de la Ley del Gran Impulso:

  • dos de las claves de su éxito fueron la motivación y la preparación de sus estudiantes
  • todo empezó con un pequeño progreso, con esos dos alumnos que aprobaron en 1978
  • lo que pudo haber detenido el impulso (la dificultad con los examinadores que creían que los alumnos copiaban) se convirtió en un creador de impulso

Y estas son otras ideas que destaca John C. Maxwell al hablarnos de esta ley del liderazgo:

  1. Solo un líder puede crear impulso. Muchos pueden percibir que hay impulso, un gestor puede conducirlo, pero solo un líder, alguien que pueda motivar a los demás, puede “crearlo”.
  2. El impulso hace que los líderes parezcan mejor de lo que son. Si un líder consigue tener el impulso de su lado, la gente olvidará los errores que ha cometido, y pensará que son genios.
  3. El impulso ayuda a los seguidores a desempeñarse mejor de lo que son. Cuando hay impulso en una organización, sus miembros se sienten motivados a desempeñarse a niveles más altos.
  4. Es más fácil conducir el impulso que iniciarlo.
  5. El impulso es el agente de cambio más poderoso. Cuando no hay impulso, las tareas más sencillas parecen problemas insuperables, pero con el impulso “empujando” el futuro parece prometedor, los obstáculos parecen pequeños, y los problemas se perciben como temporales.

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