Trabajar con imbéciles, tres posibles estrategias

Utilizo la palabra imbecil, por seguir la terminología empleada en el libro de donde extraigo estas ideas (No te vayas. 26 maneras de conseguir lo que quieres en tu trabajo, de Beverly Kaye y Sharon Jordan-Evans), pero también podríamos decir «trabajar con gente dificil»

Antes de ver la medicina, veamos la enfermedad. ¿Qué es un imbécil?, por sus obras los conocereis:

  • Intimidan
  • Dan portazos y chillan
  • Niegan los elogios
  • Menosprecian
  • Tienen una actitud superior de «yo se más»
  • Ocultan información
  • Actuan de forma arrogante
  • Roban el mérito o los aplausos
  • No escuchan
  • Exigen la perfección
  • Actúan de forma sexista/racista
  • Se saltan las normas
  • Humillan o avergüenzan
  • Culpan
  • Traicionan la confianza
  • Tienen un humor depresivo
  • Motivan a través del miedo
  • Fijan plazos imposibles
  • No les importa nadie
  • Incumplen sus promesas
  • Desconfian
  • Se meten en todos los detalles

Si nos tocan en suerte compañeros de trabajo de este tipo, la ya mencionadas Beverly Kaye y Sharon Jordan-Evans proponen tres posibles formas de actuar.

Alterar. Cambiar la conducta de la persona dificil, para lograr esto, algunos consejos prácticos:

  • Pedir consejo a personas sensatas que se hayan visto forzadas a recurrir a conversaciones similares,
  • Decir lo que se piensa a la persona dificil. pidiéndole cambios concretos y explicándole como nos beneficiaría este cambio (reducir estress, etc.)
  • Cambiar nuestra conducta, para lograr así un cambio en la conducta de la persona dificil. Por ejemplo, esforzándonos más, preguntando si tenemos que hacer algo diferente, etc.

Aceptar. A admitir y recibir de buen grado el trabajar con un imbecil podría ayudar:

  • Hacer una lista de todo lo positivo que veamos en la persona difícil.
  • Tratar de conocer mejor al imbécil.
  • Reforzando las conductas del imbécil que valoramos, dándole gracias cada vez que haga algo que no sea propio de un imbécil.

Evitar. Mantenernos alejados de la persona difícil.

¿De donde viene el poder?

Metido en un curso on line de Gestión de Proyectos, me encuentro con una enumeración de los tipos de poder, que considero digna de compartir por lo que aporta. Si queremos obtener poder, está bien saber de donde viene. Aquí están sus cinco fuentes:

  • Legítimo.Viene dado por la posición (por ejemplo, director gerente) y se utiliza para dar ordenes y realizar solicitudes
  • Coercitivo.Este tipo de poder se deriva de la capacidad de sancionar, ya sea con el despido o de otra forma (amonestación, delegar tareas ingratas, etc.)
  • Remunerativo.Tiene poder remunerativo quien puede decidir sobre los incentivos de trabajo, aumentos de sueldo o ascensos.
  • Experto.El poder experto se deriva de los conocimientos y experiencia.
  • Referente.Lo obtendremos con un comportamiento ejemplar (integridad, profesionalidad, trato con respeto al resto del grupo)

Presumir de ser organizados

Me he encontrado en el ya mencionado libro «Habilidades para nuevos directivos» una lista de cosas que podemos hacer para que los demás admiren nuestra capacidad de organización. Parece una obviedad que la mejor forma de parecer organizado, es serlo, pero además de esto, cinco consejos:

  1. Cumplir las promesas. Si decimos que vamos a hacer algo, debemos hacerlo de inmediato, o, en caso contrario, mantener a nuestro interlocutor informado de nuestro progreso. Si no lo hacemos así. obligaremos al resto del mundo a preguntarnos una y otra vez ¿qué pasó con aquello que dijiste que ibas a hacer?
  2. Escribirlo. Para ganar puntos en el ranking de los más organizados, debemos llevar encima un bloc y anotar en él todas las instrucciones que los demás nos den. El efecto que produce en los demás el que apuntemos lo que nos dicen se comprende bien, a sentido contrario, al recordar la sensación que nos produce ver a un camarero sin libreta tratando de memorizar un complejo pedido
  3. Confirmar los hechos clave. Cuando se nos proporcione una información especifica, debemos repetir los datos más importantes de la misma para confirmarla y demostrar que la hemos entendido, por ejemplo, el día y la hora de una reunión.
  4. Anunciar nuestro paradero. Si por trabajo hemos de estar con frecuencia fuera del despacho, dejar nuestro horario en la puerta, o una nota indicando con precisión donde nos encontramos y cuando volveremos, hará que parezcamos realmente organizados.
  5. Mantener el despacho ordenado. Una mesa en desorden, una silla llena de papeles, o pilas de documentos en el suelo son pruebas inequívocas de desorganización. Ordenemos nuestro despacho una vez al día para evitarlas