Agilidad mental y creatividad

Esta mañana he recibido un correo electrónico con una historia que ilustra la imporancia de la creatividad y la agilidad mental, no cita la fuente, pero merece la pena leerlo. Viene acompañada de una cita de Albert Einstein: «Sólo la imaginación es más importante que el conocimiento», lo que resulta especialmente cierto en momentos de crisis.

Cuenta una antigua leyenda, que en la Edad Media, un hombre muy virtuoso fue injustamente acusado de haber asesinado a una mujer. En realidad, el verdadero autor era una persona muy influyente del reino y por eso, desde el primer momento buscaron a un «chivo expiatorio» para encubrir al verdadero culpable.

El hombre fue llevado a juicio, ya conociendo que tendría escasas o ninguna oportunidad de escapar al terrible veredicto: ¡LA HORCA!

El Juez, también cómplice, cuidó de dar todo el aspecto de un juicio justo y por esta razón le dijo al acusado:

– «Conociendo tu fama de hombre justo y devoto del Señor, vamos a dejar en manos de Él tu destino. Vamos a escribir en dos papeles separados las palabras culpable e inocente. Tu escogerás uno de ellos y será la mano de Dios la que decida tu destino»

Por supuesto, el funcionario corrupto había preparado dos papeles con la misma leyenda: «CULPABLE» y la pobre víctima, aún sin conocer los detalles, se dio cuenta que el sistema propuesto era una trampa. No había escapatoria. El Juez conminó al hombre a tomar uno de los papeles doblados.

Éste inspiró profundamente, quedó en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados pensando, y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse, abrió los ojos y con una extraña sonrisa, escogió y agarró uno de los papeles y llevándolo a su boca, lo engulló rápidamente.

Sorprendidos e indignados los presentes, le reprocharon airadamente.

Pero… ¿qué hizo?… ¿Y ahora?… ¿Cómo vamos a saber el veredicto?

– «Es muy sencillo» respondió el acusado, «Es cuestión de leer el papel que queda y sabremos que decía el que yo escogí»

Con rezongos y disgustos mal disimulados, tuvieron que liberar al acusado, y jamás volvieron a molestarlo.

Moraleja: Por más difícil que se nos presente una situación, nunca dejemos de buscar la salida ni de luchar hasta el último momento. Cuando todo parezca perdido, usa la imaginación.

Ejercicios mentales para combatir el stress

De un curso on line que estoy haciendo del gestión del tiempo, tomo estos ejercicios de ayuda contra el estrés. Los tres están destinados a ser aplicados en el momento en el que se está viviendo una situación estresante, y si llamaron mi atención fue por que no son ejercicios físicos, de relajación o respiración (que también los hay), si no que se trata de ejercicios mentales.

  • Apocalipsis. Consiste en inventar para nosotros mismos una historia catastrófica exagerada sobre un tema que nos preocupe, empleando para ello grandes dosis de humor. Algo tan simple como esto puede ser muy beneficioso para nuestro bienestar psicológico, aliviando a nuestra mente de preocupaciones y liberándonos de tensiones.
  • Contar hasta diez. Este ejercicio es bien conocido por todos, y trata de evitar que en una situación conflictiva nos dominen las emociones, haciéndonos perder la perspectiva y dar una respuesta inadecuada. Entreteniéndonos en contar hasta diez conseguiremos que nuestras emociones se calmen antes de emitir una respuesta, que seguro será más adecuada a la situación.
  • Viaje hacia adentro. Combina la relajación, el control de la respiración y la evocación de imágenes mentales para combatir el estrés. El procedimiento a seguir es el que se describe a continuación:
    1. Cerrar los ojos y centrarse en la situación que causa el estrés
    2. Mientras imaginanos la situación estresante repetimos mentalmente «Mi menta está despierta, mi cuerpo relajado. Este asunto no me afecta».
    3. Nos sonreímos a nosotros mismos
    4. Contamos hasta tres mientras expiramos, imaginando que el aire entra en nuestro cuerpo a través de los pies.
    5. Volvemos a contar hasta tres mientras expiramos, imaginando qu el aire hace el camino inmerso saliendo por los pies. Notamos la relajación en todo nuestro cuerpo.
    6. Abrimos los ojos y volvemos con energía renovada al trabajo

¿Qué nos hace decir SÍ cuando deberíamos decir NO?

En ocasiones nos comprometemos a realizar tareas, aún sabiendo de antemano que tenemos poco tiempo para ellas y que es probable que no logremos completarlas. El resultado es una sobrecarga de trabajo que redunda en perjuicio de nuestra productividad. Los motivos para hacer esto (decír que sí cuando deberíamos decir que no a aceptar tareas) pueden ser:

  • Búsqueda de gratitud. Al aceptar hacer el trabajo que corresponde a otros sacar adelante nos estamos ganando su gratitud y aceptación: por conseguir caer bien entre los compañeros, o impresionar al jefe, podemos acabar acumulando muchas más tareas pendientes de las que somos capaces de asumir. Antes de hacerlo conviene pensar que no finalizar nuestras tareas o hacerlo descuidada y apresuradamente por falta de tiempo, genera desaprobación casi inmediatamente
  • Culpabilidad. Cuando un compañero nos pide ayuda, o se nos solicita colaborar en un proyecto importante y nos encontramos realmente faltos de tiempo, pueden asaltarnos sentimientos de culpabilidad ante la idea de tener que decir: no; sin embargo, debemos de dominar esos sentimientos pensando en que no es razonable tratar de hacer todo lo que se nos pida.
  • Miedo a ser prescindible. Quizás, aunque sea de un modo subconsciente, estemos asumiendo tareas por encima de nuestras responsabilidades porque pensamos que si bajamos el ritmo, la organización puede llegar a la conclusión de que no somos necesarios.Lla mejor forma de hacerse imprescindible es realizar nuestro trabajo a conciencia y excelentemente.
  • Sentimiento de indispensabilidad. Si nos creemos eso de que es mejor hacerlo que mandarlo a lo mejor estamos haciendo más de lo que podemos en la creencia de que somos indispensables y nadie puede hacer el trabajo tan bien como nosotros. El síntoma inequivoco de esto es preferir incumplir un plazo de entrega a delegar una tarea. Hay que darse cuenta de que es mejor delegar (correcta y eficazmente) que producir un trabajo de baja calidad debido al exceso de trabajo.