Todos somos capaces, todos somos incapaces

Nunca me enseñaron a volar
pero el vuelo debo alzar.

Ana Belén y Víctor Manuel

Esta tarde asistí en Santiago a un acto organizado por la Asociación para el Progreso de la Dirección titulado “La superación personal, algo más que motivación”. Colaboraban en la organización la Fundación G-Prodis y Qcoach.

Manuel Rivero dió una interesante conferencia de 50 minutos, consistente en desplegar un decálogo para explotar nuestro talento y desarrollar nuestro potencial.

Iago Pérez Santalla, autor del libro “El ilímite de pensarse libre” presentó la ponencia “El ilímite de las personas”. Lo primero que debo agradecer a Iago, es que dedicase su ponencia a Florencio López Fernández, O cego dos vilares, ya que así me dió a conocer su interesante historia y me animó a escuchar alguna de las grabaciones que se conservan.

Iago nos explicó que todos tenemos capacidades, y todos tenemos incapacidades, e igual que no hay nadie que sirva para todo, tampoco hay nadie que no valga para nada. No existen los inútiles. Poniéndose a sí mismo como ejemplo (está aquejado de una parálisis cerebral) dijo que, si de lo que se trata es de correr una maratón, efectivamente, él es incapaz, pero si hablamos de leer un poema y comentarlo, entonces, es muy capaz, y, quizás, el incapaz el corredor de maratones. Partiendo de esta premisa, de que todos tenemos nuestras capacidades, a la sociedad, frente a los discapacitados, le caben según Iago, dos alternativas:

  • el rechazo
  • la integración natural

Dijo de la integración natural, que no se puede legislar, por que no hay ley que pueda obligar a quién no quiera, a tomarse un café con él.

Iago Pérez Santalla es autor del libro “El iímite de pensarte libre”, que espero comprar pronto.

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Un joven con paralisis cerebral relata como superó dificultades hasta hacer un doctorado

7º principio de productividad personal de Brian Tracy: la ley de la eficiencia obligada

Ley de la eficiencia obligada: Nunca hay tiempo suficiente para hacer todo, pero siempre hay tiempo suficiente para hacer la cosa más importante.

La primera vez que leí a David Allen, me impactó una afirmación suya: desengañate, nunca te pondrás al día, nunca leerás esa pila de artículos interesantes que conservas en tu despacho para cuando tengas tiempo. Quizás por que, desde donde estaba cómodamente sentado leyendo esa afirmación, podía ver una pila de revistas de medio metro de altura, cada una de ellas con un post it señalando una página.

La idea es muy simple: el tiempo es un recurso limitado, es imperativo por tanto ser selectivo a la hora de decidir lo que hacemos con él. Brian Tracy, en el capítulo 7 de ¡Tráguese ese sapo! propone tres preguntas que debemos de hacernos continuamente para mantenernos enfocados en las cosas más importantes:

¿Cuales son mis actividades de mayor valor?. De todas las cosas que tenemos pendientes ¿cuales aportarán más a nuestra empresa? ¿a nuestra familia? ¿a nuestra vida?. Esas son las que se merecen, antes que ninguna otra, nuestro tiempo. Preguntémonos  a nosotros mismos, a nuestro jefe, a nuestros compañeros, a nuestra familia y amigos.

¿Qué puedo hacer yo que sólo puedo hacer yo que si lo hago bien producirá una verdadera diferencia?. Esta pregunta está ideada por Peter Drucker, y es realmente inspiradora, hacérnosla una y otra vez ayudará sin duda a elegir lo importante.

¿Cuál es hoy el uso más valioso de mi tiempo?. Dice Brian Tracy que esta, precisamente esta, es la pregunta clave de la productividad, y que tiene una respuesta concreta a cada hora del día. Nuestro trabajo es formular continuamente esta pregunta, y actuar siempre conforme a la respuesta.

Si respondemos con precisión a estas tres preguntas, podremos:

  • establecer prioridades claras
  • superar la postergación de decisiones
  • empezar la realización de actividades que impliquen el uso más valioso de nuestro tiempo

Definición de “hábito” por Stephen Covey

Uno de los libros que me gustaría meterme bien en la cabeza es “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”, una famosa obra de Stephen R. Covey del que se han vendido más de 15 millones de ejemplares en todo el mundo. Al principio de este best seller, antes de entrar en materia, se dedica un capítulo a proporcionar al lector un panorama general de los siete hábitos, y al dar esa visión de conjunto, se define lo que es un hábito. tenemos, en primer lugar, una definición “corta”, que literalmente dice:

Los hábitos son factores poderosos en nuestras vidas. Dado que se trata de pautas consistentes, a menudo inconscientes, de modo constante y cotidiano expresan nuestro carácter y generan nuestra efectividad… o inefectividad.

Y en una definición más amplia y jugosa, para la que Covey utiliza como ejemplo el hábito de escuchar: el hábito es la intersección de tres elementos:

  • conocimiento
  • capacidad
  • deseo

habito

Conocimiento.  Saber que hacer y por qué. Puede que en mis conversaciones hable mucho y no escuche nada y esté tan tranquilo, sin ni siquiera saber que necesito escuchar más. Tener el conocimiento de que debo incorporar una nueva pauta de conducta a mi vida cotidiana es el primer elemento del hábito.

Capacidad. Saber como hacer. Si ya he notado la necesidad de escuchar, puede que aún no sepa como hacer para escuchar realmente a la otra persona.

Deseo. Querer hacerlo. Si sé que tengo que escuchar, y se como hacerlo pero no quiero hacerlo… simplemente no podré desarrollar el hábito.

Podemos cambiar y crecer actuando sobre nuestros hábitos, pero para tener éxito en el proceso, debemos trabajar cada uno de los tres elementos mencionados.